El mundo en que nos movemos
Globalización
Aun cuando parezca un tema anticuado, o una situación que de emergente ya posee poco, la globalización es en la actualidad un fenómeno con gran incidencia sobre el campo de la educación superior. De hecho, el Acuerdo de Boloña, celebrado ya hace 20 años para dotar de movilidad a los estudiantes universitarios europeos frente a los retos y las oportunidades impuestas por la globalización, continúa vigente y marcando el debate en la industria.
La globalización es un proceso económico, tecnológico, político, social y cultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo sus mercados, sociales y culturales, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por la sociedad, y que ha abierto sus puertas a la revolución informática, llegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones nacionales e internacionales.
Este proceso originado en la civilización occidental y que se ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la edad contemporánea (segunda mitad del siglo XX), recibe su mayor impulso con el fin de la guerra fría, y continúa en el siglo XXI. Se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una economía de mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria (‘nueva economía’), cobrando mayor importancia el rol de las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales junto con la implantación definitiva de la sociedad de consumo.
El ordenamiento jurídico también siente los efectos de la globalización y se ve en la necesidad de uniformar y simplificar procedimientos y regulaciones nacionales e internacionales con el fin de mejorar las condiciones de competitividad y seguridad jurídica, además de universalizar el reconocimiento de los derechos fundamentales de ciudadanía.
En la cultura, la globalización se caracteriza por un proceso que interrelaciona las sociedades y culturas locales en una cultura global (la aldea global del filósofo canadiense Marshall McLuhan), al respecto existe divergencia de criterios sobre si se trata de un fenómeno de asimilación occidental o de fusión multicultural.
En lo tecnológico, la globalización depende de los avances en la conectividad humana (transporte y telecomunicaciones), facilitando la libre circulación de personas y la masificación de las TICs y de Internet. Tal vez la médula espinal visible de este proceso es la creación de internet (desde la precursora industrial estadounidense de los microprocesadores) y de la www, en 1992, que alcanzó gran popularidad y uso en pocos años. Se estima que actualmente hay 4,5 billones de personas que acceden diariamente a internet (57% de la población mundial), y que el fenómeno crecerá aún más, en especial en continentes con bajos niveles de penetración (Asia -52%- y África -39%-). Nuestra región posee una penetración del 72%, la mitad de los navegadores de internet son de Brasil, y Argentina es la país con mayor nivel de penetración regional, con 95%.
En el plano ideológico, los credos y valores colectivistas y tradicionalistas causan desinterés generalizado y van perdiendo terreno ante el individualismo y el cosmopolitismo de la sociedad abierta presentada por filósofos como el austríaco Karl Popper.
Los medios de comunicación clásicos, en especial la prensa escrita y la industria editorial, pierden su influencia social como cuarto poder frente a la producción colaborativa de información de la Web 2.0 (que se constituye en el quinto poder) y la revolución blogger primero, y Youtuber después.
Mientras tanto, en el plano de la política, los gobiernos van perdiendo atribuciones en algunos ámbitos que son tomados por la sociedad civil en un fenómeno que se ha denominado sociedad red (siguiendo las ideas de sociólogos como Manuel Castells y su sociedad en red), mientras el activismo gira cada vez más en torno a movimientos sociales y a las redes sociales, que a la agenda de partidos o líderes políticos.
El fenómeno de la globalización trae implícita la aparición de una agenda global impuesta por la propia sociedad, una sociedad activa, fresca, más joven y tecnológicamente alfabetizada, que incluye tópicos como el calentamiento global, la paridad de género, el problema de las migraciones masivas o la rebeldía frente a gobiernos autoritarios, por mencionar algunos. Esta agenda, dinámica por definición y discutida en vivo en modo streaming (70% de los Z prefieren consumir material por este formato en comparación con hacerlo desde la televisión), en general es liderada por jóvenes nativo-digitales caracterizados como influenciadores culturales (culture influencers or culture shapers).